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lunes, 13 de febrero de 2012

De falsos colonialismos y el suelo guaraní


La polémica generada por la situación de las tierras en el Alto Paraná ha traído al tapete de las discusiones aquel viejo mito sesgado de odio ideológico y xenófobo que habla de que Brasil y otros países tienen intenciones imperialistas y de invasión sobre el Paraguay.

El grupo de los “carperos” señala que las tierras ocupadas hoy por ciudadanos brasileños (muchos de ellos con casi medio siglo de vida en el Paraguay y con la ciudadanía paraguaya adquirida desde hace varios años) son fruto de adjudicaciones ilegales y de un proceso de penetración brasileña con intenciones de expandir su territorio en tierras paraguayas.

Entre otras barbaridades, los autodenominados “sin tierra”, se proclamaron a sí mismos en los jueces de la autenticidad de la nacionalidad paraguaya o no, según ellos para cultivar en Paraguay “hay que hablar el guaraní y cantar el himno nacional” ¡En qué líos nos hemos metido algunos que ya deberíamos estar buscando algún refugio donde pasar el resto de nuestros días! Afirmaciones dignas de la Alemania Nazi, que bajo las intenciones de buscar a los “puros” aniquiló a mi llones.

Sin embargo, si nos basamos en la definición que nuestros compatriotas de la raza paraguaya teeté nos dan del colonialismo, el pueblo paraguayo debería ser motivo de preocupación para los países vecinos. Y es que desde hace varias décadas, miles de compatriotas, por los motivos más variados, han tenido que tomar rumbos a distintos puntos del globo en busca de nuevos horizontes.

Tanto es así que en la Argentina la población paraguaya ha llegado a cerca de dos millones, en Brasil la cifra no está muy lejos, y no nos olvidemos de España.

Los defensores de la “autonomía paraguaya” han olvidado que en esos países muchos compatriotas hoy ganan dinero suficiente para mantener a sus familias que permanecen en suelo paraguayo, y reciben beneficios, como la atención médica gratuita, que son propios de los ciudadanos originarios de esos países.

El odio alentado por varias corrientes ideológicas, principalmente de izquierda, se olvida que mientras nos lamentamos por hombres y mujeres que producen en suelo guaraní existe una potencia que somete a la economía sudamericana cada vez más. No, no festejen, no hablo de Estados Unidos, sino de China.

El gigante asiático se ha convertido en el mayor comprador de materia prima proveniente de América Latina, procesandola y vendiendo de nuevo los productos manufacturados a sus proveedores que fácilmente podrían producir esos productos y venderlos, representando un mayor ingreso para las economías del continente.

Empero China se ha negado a comprar productos latinoamericanos que no sean las materias primas, obligando a las economías americanas a quedar estancadas. Si de sometimiento hablamos, este es un gran ejemplo.

Es cierto que en lo años de gobiernos colorados (el gobierno actual, estoy casi seguro, tampoco se salva de los viejos vicios) la tierra ha sido repartida de manera injusta  a favor de pusilánimes del poder de turno, pero los actos de violencia y la xenofobia no son los caminos que debemos seguir para una justicia social equitativa.

Quienes hoy ocupan tierras privadas son muchas muchas veces manipulados por sus líderes que viven las bondades de los favores de algunos políticos que los apoyan. No son pocos los casos de líderes sin tierra que han sido beneficiados con algunas hectáreas de tierra para luego venderlas y disfrutar de los beneficios económicos que representa la reventa de las parcelas a extranjeros o magnates de la tierra.

Se ataca a los “colonos”, mientras que los gobiernos de turno siguen repartiendo entre sus aduladores hectáreas de tierra fértil. Si queremos progresar, no podemos caer en los chantajes de los violentos, sino que debemos buscar sistemas que permitan un desarrollo social equitativo en el respeto de las libertades personales, el Estado de Derecho y la propiedad privada.

Si no, nos esperan años de retraimiento socio-económico.