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lunes, 7 de marzo de 2011

En defensa de lo indefendible

Lunes, 7 de la mañana, numerosas personas se encuentran en las diferentes paradas de autobuses esperando por algún vehículo del transporte público para poder llegar hasta sus lugares de trabajo, escuelas, universidades. Cada tanto se ven pasar camiones del ejército llenos de civiles, camiones particulares, camionetas, algún que otro colectivo, abarrotados de gente.
Parece a la descripción de alguna zona de guerra o de alguna zona que tuvo que ser evacuada ¿no es verdad? Pero no es así, es la descripción de lo que hoy está pasando en Paraguay a causa de la huelga convocada por los empresarios de una buena parte de las empresas del que es quizás uno de los servicios más importantes e indispensables para la ciudadanía: el transporte público.
¿Cuál es el motivo de esta huelga? ¿Tal vez la solicitud al gobierno de facilidades para la optimización del servicio? No, no es así. El motivo de la huelga es la solicitud por parte de los empresarios del transporte público del aumento de la vida útil de sus vehículos a ¡30 años! No, no es chiste…es una triste verdad a la que nos vemos sometidos los paraguayos.
A los empresarios del transporte público, que nada les interesa la comodidad, la atención, y, por sobre todo, la seguridad de sus pasajeros, envían hoy a las calles a sus empleados, los choferes, para solicitar tan esquizofrénico pedido.
Mientras tanto los usuarios debemos persignarnos (los que somos creyentes) antes de abordar alguna de las unidades de buena parte del parque automotor del transporte público. Sí, porque un viaje en colectivo en el Paraguay puede llegar a representar un grave riesgo ¿Exagerado? Sinceramente creo que no, fijándonos en el estado deplorable de los vejestorios que circulan por nuestras ciudades con las ruedas llenas de grietas por el desgaste, el piso, de madera en muchos casos, llenos de agujeros, las ventanas con vidrios astillables, es imposible afirmar que esto sea una exageración.
Hoy los empresarios piden que sus vehículos puedan circular hasta con 30 años de antigüedad, sí, esos mismos que más de una vez vimos por Asunción con una rueda caída, esos que funcionan con problemas en los frenos hasta causar algún accidente, esos que más de una vez pararon al costado del camino porque el viejo motor ya no da más, ESOS SON LOS VEHICULOS QUE ESTOS INFELICES PRETENDEN QUE PUEDAN CIRCULAR PONIENDO EN RIESGO LA INTEGRIDAD DE LOS PASAJEROS Y DESAPARECIENDO A LA HORA EN LA QUE ALGUNO DE SUS BUSES CAUSE DAÑO A ALGUIEN.
Lo peor de todo es que dan la orden de atacar a todo colectivo de las empresas que no adhirieron a las protestas, causando daños no sólo a los buses sino que también a los pasajeros.
Es evidente que cuando lo único importante es el dinero, y no el servicio, el llenar los bolsillos, y no el cuidar de la vida de los usuarios, es lógico que se pueda pretender tal estupidez.
Termino aquí, porque tengo que ir a prepararme para salir y esperar un largo rato para poder tomar el colectivo que me lleve hasta la facultad después de salir del trabajo.
Juanki Lezcano F.
juank_lzkno@hotmail.com

jueves, 3 de marzo de 2011

Maldita pasividad

Tal vez yo no sea quien para juzgar las actitudes personales ante diversos hechos, ni mucho menos las actitudes de toda una sociedad, sin embargo me animo a escribir estas líneas ya con el pesaroso sentimiento que no hará ni siquiera cosquillas dentro de la conciencia de la sociedad paraguaya.
Ya lo explicaba genialmente Helio Vera en su libro En busca del hueso perdido, el paraguayo por alguna extraña razón (un hueso menos en el cuello, según la irónica hipótesis del libro) tiene por costumbre el aceptar cualquier decisión que puede alterar su vida sin ningún tipo de cuestionamientos, sino que simplemente mueve la cabeza de arriba a abajo a modo de aceptación.
Tampoco puedo pretender mucho cuando nuestro país estuvo sumido bajo dos dictaduras (de las más duras del continente) y la hegemonía unipartidista “democrática” por más de 60 años ¿qué tienen en común ambas situaciones? Que para lograr el mantenimiento de ambas se necesita un factor principal: la ignorancia del pueblo dirigido y aquel que por un dejo de lucidez se anime a tratar de movilizar la conciencia dormida de los demás debe ser eliminado, no necesariamente físicamente.
Estos momentos históricos han contribuido a la formación de una sociedad todavía temerosa de expresar sus ideas, sus rechazos, de reclamar sus derechos, o tal vez la simple ignorancia que conlleva el desinterés.
El caso de los contratados en el Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE) se yergue como uno de los tantos casos de resignación del pueblo paraguayo. “Estamos en Paraguay” me decía un amigo con un dejo de tristeza y resignación.
Es cierto que para la representación de los partidos en la máxima instancia electoral se entiende la contratación de técnicos entendidos de las cuestiones inherentes a la función del organismo estatal para el control de la imparcialidad, la honestidad, etc., etc., sin embargo el TSJE ha sido invadido por sanguijuelas de los diferentes partidos, sí, sanguijuelas que por simple recomendación de algún amigote hoy cobra un sueldo del estado sin siquiera presentarse a trabajar.
Hijos, empleados, amantes, equipos de fútbol, por citar algunos de los casos, son sostenidos por el pueblo, es decir que además de pagar el sueldo de una manga de inútiles que se hacen llamar “parlamentarios” (una buena parte, también existen quienes trabajan) el pueblo paraguayo tiene que pagar el sueldo de cuantos recomendados tengan estos.
Es cierto, estamos en Paraguay ¿Pero es esta justa causa para mantenernos en silencio?
Idiosincrasia, miedo o tal vez ignorancia, son las justificaciones típicas que oigo repetirse una y otra vez cuando alguien intenta levantar la voz pero es acallado por el silencio general en el cual se ve sumido el pueblo.
¡Basta ya con tantas porquerías! Estemos en Paraguay o estemos en la luna es tiempo de que el pueblo levante su voz en reclamo de respeto. Deberíamos estar hartos de tanta basura, tanta violencia, tanta inseguridad ¿Por qué tenemos que esperar a que ciertas situaciones toquen a nuestro entorno cercano para comenzar a reaccionar?
No pretendo crear una revolución o establecer un estado de anarquía lo único que pido es el reclamo justo del respeto al pueblo de aquellos que ocupan cargos gracias al poder que el mismo ha depositado en ellos.
Ya sé que estas líneas no harán ni siquiera cosquillas en la conciencia de muchos, algunos se burlarán, otros tanto lo aceptarán pero en silencio, mientras el resto ni siquiera lo leerá…pero yo dejo sentada mi postura y mi llamamiento a un reaccionar ante tanta basura que mancha nuestra sociedad.

Juanki Lezcano F.
juank_lzkno@hotmail.com