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jueves, 30 de septiembre de 2010

De Duarte Frutos, “Líbranos Señor”

No es mi costumbre elogiar a los políticos, sin embargo, el senador Hugo Estigarribia merece un monumento, porque gracias a él (y a otros parlamentarios), el ex-presidente de la República, Nicanor Duarte Frutos, no pudo jurar como senador.
Todos conocemos la boca que tiene este hombre y como su período presidencial fue un conjunto de disparates, de vulgaridades tanto contra la Iglesia como con los que no lo adulaban. Sin embargo, pensaba que en estos dos años de justa punición política hubiera recapacitado. Tristemente empeoró y lo comprobamos con la maldad que tuvo refiriéndose al señor Presidente de la República, don Fernando Lugo.
¿Cómo un hombre normal, psíquicamente sano, puede usar un lenguaje digno de la selva? De verdad  no es el Presidente quien sufre de de los trastornos del cual esta “Boccacesca figura” habla, sino él mismo. ¡Qué tristeza! Han transcurrido dos años durante los cuales nunca escuchamos más las delirantes reacciones de este señor, acostumbrado a pisar todo y a todos sin ningún respeto.
De repente, vuelve al escenario político y regresa faltándole al respeto al Presidente de la República, usando el drama de su enfermedad para ofenderlo. ¿Cómo podría ser senador de la República un hombre que no tiene nada de lo que es un karai? No sólo esto, sino que hace de la violencia verbal y de la vulgaridad su modo de vivir.
Conocemos en la historia que hubo un emperador romano, Calígula, quien hizo senador del imperio a su propio caballo… pero, por lo menos el caballo es un animal noble, con una cierta dignidad.
Cuando se habla de la Cámara de Senadores se agrega “Honorable” y también para sus miembros, entonces, confiemos que el Señor Duarte Frutos  siga al lado de las instituciones democráticas, meditando en el silencio, verificando el modo con el cual manejó por cinco años la República y pidiendo perdón por las modalidades ofensivas que lo caracterizan.
Ojalá se dé cuenta de la gravedad con la cual trató al Presidente de la República, usando la enfermedad física que éste padece. No existe hombre, aunque sea el peor enemigo, que cuando sufre no merezca respeto. Además, si es cristiano, como dice, tendría que conocer el principio esencial de la caridad. Confiemos también que su entorno y sus aliados políticos de ahora, a quienes siempre trató como es su costumbre, se den cuenta que antes de los juegos de poder viene la decencia. De lo contrario: “dime con quién andas y te diré quién eres”.
Por eso agradezco al senador Hugo Estigarribia por su libertad de conciencia al decir “No” a quien no es digno de ocupar una responsabilidad en las instituciones públicas.
Juanki
juank_lzkno@hotmail.com