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martes, 13 de septiembre de 2011

El catolicismo ideologizado


Hace poco más de una semana me sorprendía con algunas publicaciones en ABC Color en las que un miembro de la Conferencia Episcopal Paraguaya reconocía que varios miembros del Ejército del Pueblo Paraguayo y la Organización Campesina del Norte eran “líderes de base” y ex seminaristas devenidos en fanáticos extremistas de las ideologías marxistas.

Falta de acompañamiento de los laicos y la renuncia de algunos grupos a la Doctrina Social originaron los grupos radicales. “Quienes hoy están en la OCN y aún en el EPP, fueron gentes formadas por la Iglesia, pero se quedaron y empezaron a razonar por su cuenta”, dijo el obispo emérito, Mons. Óscar Páez.

Sin embargo cuánto sucede hoy en el seno del catolicismo paraguayo no es ninguna novedad, la ideologización a la que han sometido varios representantes de Roma en nuestro país ha causado graves estragos en nuestro país en ocasiones anteriores.

Ya en la década de los años ’40 del siglo pasado, con la llegada del General Higinio Morínigo a la presidencia de la república, apoyado fuertemente por los miembros del Corporativismo Católico o “Tiempistas”, se inició una fuerte represión hacia cuantos atentaban en contra de los “valores cristianos apostólicos romanos”.

En aquellos años el conservadurismo, la extrema derecha, hoy el progresismo radical, la izquierda, han infectado a los principales referentes católicos de nuestro país.

Qué lejos han quedado aquellos años de lo que los historiadores llaman la “primera evangelización”, cuando jesuitas, dominicos y franciscanos se internaban en las selvas buscando llegar a los habitantes autóctonos de estos lares con palabras de “salvación”.

Hoy no son más que recuerdos nostálgicos los nombres de hombres como Buenaventura Suárez, Roque González, Alonso del Castillo, o tantos otros que convencidos del amor a su Cristo se convirtieron en la piedra del zapato de cuantos perseguían a los “salvajes” y los comercializaban como “seres sin almas”.
Aunque hoy me considere alejado de la religión, un “no creyente” cuasi agnóstico, negar el trabajo y el legado de estos hombres será negar la historia de este país.

Si bien se ha dado el primer paso, el reconocimiento del problema, la solución no radica en el llamado a un congreso, como hoy pretende la CEP, la solución va mucho más allá, pero yo, yo no soy quien para indicar el camino.

Juanki Lezcano F.